Hipódromo

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Hipodromo de Constantinopla, Estambul

Poco queda hoy en día del Hipódromo de Constantinopla, tan sólo la spina conformada por el obelisco egipcio y el amurallado, y por la columna serpentina; y la fuente alemana, construida tras la visita en 1898 del emperador alemán Guillermo II.

El Obelisco Egipcio (o de Teodosio I), fue traído directamente de Egipto y pertenecía al faraón Tutmosis III. Teodosio I, a su llegada a Constantinopla desde Alejandría, mandó que se colocara en su ubicación actual, en la spina del Hipódromo, en el año 390 d. C.

El Obelisco de Constanino es una columna en forma de obelisco hecha a base de piedras y que originariamente también contenía placas de bronce, que posteriormente, durante la cruzada de 1204, fueron extraídas y fundidas. No se conoce con exactitud la fecha de su creación, pero sí se sabe que fue el emperado Constantino VII el que ordenó reformarlo en el siglo X.

La Columna Serpentina es una columna de bronce formada por tres serpientes enroscadas. Se encontraba en Delfos hasta que el emperador Constantino I mandó trasladarla a Constantinopla en el año 324. La columna fue construida para conmemorar la participación de 31 ciudades-estado en las Guerras Médicas, que enfrentaron a persas y helenos, y según Herodoto, para su fabricación se utilizó el material de las armas de los soldados persas derrotados. Se trata de uno de los monumentos de más antigüedad que pueden observarse en Estambul. La cabeza de una de las serpientes puede ser visitada en el Museo arqueológico de Estambul.

Durante la época en la que Constantinopla fue capital del Imperio Bizantino, la ciudad era una de las urbes más grandes e importantes del mundo. En ella, el Hipódromo era el centro de la vida social, siendo éste utilizado sobretodo para la hípica y las carreras de carros.

El Hipódromo nunca ha sido excavado, pero bajo la plaza peatonal, es posible que se encuentren todavía sus restos.