La Cuarta Cruzada, también conocida como la Cruzada de 1204, fue una cruzada que se desarrolló en un principio para conquistar Tierra Santa, pero que terminó con el sitio y la conquista, en 1204, de Constantinopla, que era la capital del Imperio Bizantino.
La anterior cruzada no había cumplido sus objetivos, y Jerusalén seguía en poder musulmán, aunque los peregrinos cristianos podían viajar a la ciudad sin ningún problema. La preparación de la Cuarta Cruzada se produjo en un clima de enemistad hacia el Imperio Bizantino motivado por Enrique VI de Alemania. Además, existían numerosos intereses comerciales en Constantinopla.
A pesar de las iniciales reticencias por parte de los reinos europeos hacia la nueva cruzada que en el año 1198 comenzó a predicar el Papa Inocencio III, en 1199 se consiguió formar un ejército cruzado con la ayuda de las potencias europeas.
Su principal objetivo era el de llegar hasta Jerusalén a través de Egipto, pues el Imperio Bizantino controlaba los Balcanes. Los planes cambiaron cuando Alejo, que aspiraba el trono bizantino, ofreció a los cruzados el pago de una deuda que poseían con Venecia, además del aporte de 10.000 soldados para la conquista de Egipto, si atacaban Constantinopla.
El 17 de julio de 1203 los cruzados, que habían llegado a Galata, consiguieron acceder a las murallas por lo que el emperador Alejo III, que había quitado del poder a Isaac II Ángelo, padreo de Alejo, tuvo que huir a Tracia. Finalmente, Isaac II y Alejo IV fueron nombrados co-emperadores.
Una vez en el poder, Alejo IV tuvo serios problemas para pagar las cantidades de dinero prometidas a los cruzados por lo que el descontento de estos últimas iba en aumento. Además, la población tampoco estaba contenta con los nuevos impuestos que el mandatario había exigido.
Entre los ciudadanos surgió un movimiento de resistencia liderado por otro Alejo, el yerno de Alejo III. En febrero de 1204 los cruzados dieron un ultimátum a Alejo IV y tras una revuelta, Alejo V acabó siendo entronizado. Tanto Alejo IV como su padre, Isaac II, murieron poco tiempo después.
Al siguiente mes, los cruzados tenían la idea de recuperar la ciudad, pero no se ponían de acuerdo sobre quién la gobernaría. Finalmente, se decidió establecer una comisión que elegiría al emperador.
Así, el 6 de abril de 1204 comenzó el ataque cruzado sobre la ciudad. A los pocos días consiguieron penetrar las murallas. Alejo V huyó a Tracia, además del patriarca de Constantinopla y miembros destacados de la nobleza. Tras esto tuvo lugar el brutal saqueo de la ciudad.
Tras la repartición de los bienes de la ciudad, se decidió que Balduino IX de Flandes sería el monarca de lo que se conocería como el Imperio Latino, un estado feudal cruzado dentro del Imperio Bizantino que se prolongaría desde 1204 hasta 1261.