Teodosio I (347 – 395) fue el último emperador romano que pudo gobernar en un imperio unido, pues tras su muerte, el imperio quedó fraccionado.
Teodosio I era hijo de militar, y él, como su padre, siguió la carrera militar, lo que le convirtió en un mandatario muy cualificado y dotado para las batallas.
El emperador, que profesaba la fe cristiana católica, impuso el catolicismo como religión oficial del imperio. A pesar de que al principio no persiguió a los paganos de manera enérgica, su actitud cambiaría con el paso de los años.
A la muerte de Teodosio I, y a pesar de sus esfuerzos, la división del imperio resultaba evidente, pues existían dos capitales, Roma y Constantinopla. El propio Teodosio I fue consciente de esa división el dejar su herencia política, ya que su hijo Arcadio heredó el Imperio Romano de Oriente, y su hijo Honorio, el de Occidente.